Perfiles

Juan Luis Ascencio Solís

El hijo “concho”

Juan Luis Ascencio Solís recién estaba aprendiendo a leer y a escribir. Tenía 15 años al momento de convertirse en un detenido desaparecido. Se dice que simpatizaba con la Unidad Popular, pero no militaba en ningún partido. Carabineros lo detuvo el 20 de julio de 1974, a cuadras de su casa, en la ciudad de Osorno. Nadie conoce las razones de esa detención. La familia lo buscó en Osorno, en Valdivia, en Puerto Montt y en pueblos chicos. La madre está convencida de que tiraron su cuerpo sin vida en el puente de San Pedro, sobre el río Rahue.

En ese entonces cursaba 6º básico, en la escuela mixta Nº 4 de Osorno, y recién estaba aprendiendo a leer y a escribir, porque había entrado tarde a la educación formal e iba rezagado respecto de sus compañeros y compañeras. Juan Luis Ascencio Solís tenía tres hermanos y una hermana; él era el menor y era reconocido como el regalón de la familia. No le era ajena la soledad del hijo “concho”, que se queda sin nadie en la casa, libre para hacer las cosas a su modo, mientras el resto de la familia trabaja –el padre y la madre, hasta muy tarde—o hace su vida.

La madre de Juan, Conraína, una mujer de pocas palabras, lo recuerda como “menudito” y un “poquito rebelde”, en el sentido de que decidía por sí solo ausentarse del colegio y andaba peleador con los hermanos. Así transcurría la adolescencia de Juan, a quien le gustaba salir y vagabundear por la población Francisco Montecinos, donde vivían.

Tenía 15 años, era amistoso y se ocupaba en lo que le salía al paso: haciendo aseo, por ejemplo. La política le interesaba, pero ese interés no le alcanzaba para militar en algún partido. Se dice que era simpatizante de la Unidad Popular; tal vez, a veces, asistía a sus marchas y concentraciones.

El 20 de julio de 1974, alrededor de las 17 horas, carabineros lo detuvo en el interior del restaurante El Conquistador, ubicado en la intersección de las calles Santiago y Tarapacá, a cuadras de su casa. Esta es la versión judicial de los hechos. Conraína tiene otra: lo atraparon afuera del restaurante, en la calle. Da lo mismo. Lo seguro es que lo golpearon –testigos lo vieron sangrando por la boca y la nariz—y lo condujeron, a pie y esposado, a la 3ª Comisaría de Rahue, donde se perdió el rastro de Juan hasta el día de hoy.

Un vecino le contó a Conraína de la detención. Ella partió inmediatamente a averiguar a la comisaría, no una sino varias veces, aunque siempre con la misma falta de resultados positivos: le negaron que Juan se encontrara en el recinto policial, y además la insultaron.

En esa época, Conraína trabajaba en la casa de un suboficial mayor de Carabineros, al cual le pidió ayuda. El hombre, a cargo de la comisaría de Rahue en 1974, se comprometió a apoyarla, pero nunca aportó ningún dato de valor, conformándose con alegar ignorancia de lo sucedido. No había registro alguno; lo típico.

Por otra parte, la esposa del suboficial intentó convencer a Conraína de que su hijo se había marchado a otro país, seguramente a Argentina, un argumento muy generalizado en ese momento, que se usaba para apaciguar a los familiares de las víctimas y confundir las pistas. De hecho, la Dirección Nacional de Inteligencia, la DINA, alentaba esas pistas falsas. ¿Cómo lo hacía? Repartiendo las cédulas de identidad de los detenidos desaparecidos entre terceros que salían o vivían en el extranjero, donde se preocupaban de abrir cuentas bancarias, entre otras acciones para dejar registro. El tema es que Juan era solo “un niño”, dicen en su familia, y de inmediato añaden que ni siquiera había sacado la cédula de identidad, documento necesario para abandonar el país.

El padre de Juan, Alberto, y su hermano mayor lo buscaron por cielo, mar y tierra. En Valdivia, en Puerto Montt y en pueblos chicos, donde fuera que los llevara la sospecha de su paradero. Después de perder la esperanza, Conraína empezó a regalar la ropa de Juan, mientras su imaginación se cargaba de malos presagios. En el puente San Pedro, sobre el río Rahue, los vecinos del sector aseguraban que se arrojaban bultos en medio de la noche.

Era peligroso asomarse en ese lugar para ver qué sucedía, pero el ruido que los bultos hacían al caer al agua ya ofrecía suficiente evidencia: se trataba de cuerpos. Conraína nos cuenta que cuando pasaba por ahí, “me dolía el corazón y pensaba en mi hijo”. En todo caso, en Juan piensan de corrido, no solo en lugares o en ocasiones especiales. De chica, Claudia Ascencio Ascencio, sobrina de Juan, creció escuchando a su abuela llorar, la vio refugiarse en el alcohol, pero sin entender de dónde provenía esa pena. “He vivido la tristeza desde niña”, asegura. A esta altura de la vida, con su abuela Conraína casi reducida al silencio, ella se ha convertido en la persona que da testimonio de la fidelidad a la memoria de Juan.

Desde que es madre, Claudia siente su ausencia como si le hubieran arrebatado a un hijo, y así conecta mejor con el sufrimiento de su abuela, con quien se crió. Cada 11 de septiembre, ambas mujeres se reúnen en el monolito-memorial de Osorno con otros familiares de víctimas de desaparición forzada, y dejan una flor en memoria de Juan. Entre todos los presentes así se dan fuerzas: compartiendo la pena.

Conraína Solís y Claudia Ascencio durante la grabación de su testimonio, junio 2023.

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Créditos

PROYECTO  TRANSMEDIA VESTIGIOS | 2023

Dirección general: Viviana Flores Marín, Manuel Vicuña, Carolina Zúñiga. Edición periodística: Viviana Flores Marín. Contenidos: Manuel Vicuña. Investigación: Manuel Vicuña, Viviana Flores Marín, Carolina Figueroa, Luna Ángel, Ignacio Aguirre. Producción ejecutiva: Carolina Zúñiga. Producción periodística: Franco Galaz Botka, Luna Ángel Asistencia de Producción: Luka Montecinos. Ilustraciones: Franco Nieri. Diseño gráfico: Catalina Pérez G. Coordinación administrativa UDP: Loreto Contreras, Mónica González, Felipe Alarcón, Ingrid Pro. Asesoría jurídica y derechos de autor: Belén Catalán y Paulina Lehue, Oficina de Innovación, Desarrollo y Transferencia UDP

SITIO WEB VESTIGIOS

Edición web: Fernando Morales. Diseño web: Catalina Pérez G. Fotografías: Luka Montecinos, Viviana Flores Marín, Carolina Zúñiga, Javiera Neumann, Franco Galaz, Luna Ángel

VIDEOINSTALACIÓN INMERSIVA VESTIGIOS

Formato y programación: Studio Distil Immersive, John- Paul Marín y Matt Smith. Producción general exposición: Centro Cultural La Moneda (CCLM). Coordinación general e investigación testimonial: Viviana Flores Marín, Carolina Zúñiga Dirección de fotografía: Diego Pequeño. Sonido directo: Juan Pablo Manríquez. Coordinador unidad audiovisual UDP: Cristián Peralta. Maquillaje y pelo: Julio Olguín. Iluminación: Jorge Contreras Rivas y Jorge Contreras Peñailillo.  Making of: Equipo de estudiantes Vergara 240, Francisco González, Benjamín Puentes, Javiera Larrondo, Antonella Cicarelli, Nicol Calfiqueo y Leonel Lillo. Montaje Making of: Javier Bascuñán

CORTOMETRAJE CUADERNO DE NOMBRES | 2023

Dirección: Cristóbal León y Joaquín Cociña. Producción: Catalina Vergara. Asistencia de Producción: Nina Salvador. Guión: Alejandra Moffat, Cristóbal León, Joaquín Cociña. Texto: Alejandra Moffat. Edición: Paolo Caro Silva, Cristóbal León, Joaquín Cociña. Música y Diseño Sonoro: Valo Sonoro. Voz: Nina Salvador. Animación Estudio León & Cociña: Francisco Visceral Rivera, Trinidad Santibañez. Asistentes de animación: Francisco Paredes, Paolo Caro Silva, Isidora Rojas, Laura Donoso, Matias López, Nicole Cortéz, Nina Salvador. Animación Taller Balmaceda Arte Joven: Valeria Manríquez, Catalina Huala, Celeste Chavez, Fernanda Valenzuela, Valbort Esparza, Michelle Aubry, Aielen Hurtado, Jalile Soto, Daniel Vásquez, Annais Josefa Aguilar, Josefina Acevedo, Carla Salgado, Alison Castro, Varinthia Ruiz-Tagle, Matías López, Josefa Mujica, Paz Marín, Daniel Vasquez. Postproducción de imagen: Cristóbal León, Joaquín Cociña. Coro: Valeria Manríquez, Catalina Huala, Celeste Chavez, Fernanda Valenzuela, Valbort Esparza, Michelle Aubry, Aielen Hurtado, Jalile Soto, Daniel Vasquez, Annais Josefa Aguilar, Josefina Acevedo, Carla Salgado, Alison Castro, Varinthia Ruiz-Tagle, Matías López, Josefa Mujica, Paz Marín, Daniel Vasquez, Nina Salvador, Cristóbal León, Paolo Caro Silva, Francisco Visceral, Trinidad Santibañez. Grabación de voz: Felipe Rivera. Títulos y créditos: Cristóbal León, Joaquín Cociña. Basado en la investigación de: Viviana Flores Marín, Manuel Vicuña y Carolina Zúñiga, Centro para las Humanidades y Laboratorio Digital Universidad Diego Portales. Producen: Diluvio, Globo Rojo Films, Universidad Diego Portales. Coordinación Taller Balmaceda Arte Joven: Ximena Zomosa y Joss Faúndez Silva. Making of: Francisco Paredes

Agradecimientos

INSTITUCIONES

Subsecretaria de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia, Fundación de Documentación y Archivo de la Vicaría de la Solidaridad, Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos de Santiago y regiones, Centro de Derechos Humanos UDP, Observatorio de Justicia Transicional UDP, Clínica Psicológica UDP, Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas, Memoria Viva.

PERSONAS

Rosemarie Bornand,  María Luisa Sepúlveda, Eugenio Tironi, Jorge Bande, Cristóbal Jimeno, Alfredo Joignant, Claudio Fuentes, Lidia Casas, Cath Collins, María Paz Vergara, Nicole Drouilly, María Luisa Ortiz, Claudio Gonzalez, Sandro Gaete, Paulina Zamorano, Gloria Ramírez, Víctor Maturana, José Araya, Juan René Maureira, Patricia Jara, Carlos Maureira, Adil Berkovic, Diego Cabezas, Teresa Retamal, Rosa Pino, Alicia Lira, Vilma Salazar, Paulina Núñez, Carmen Arévalo, Mariana Barahona, Macarena Fernández, Patricio Cuevas.

Ana Cabezas, Tina Escanilla, Juana Mora, Lorenza Cheuquepán, Viviana González, Nora Martínez, Ana María González, Alicia Santander, Ana María Carreño, Yohanna Libante, Francisca Santana, Franchesca Álvarez, Clementina Miranda, Mariana Álvarez, Roberto Álvarez, Evita Aguayo, Claudia Ascencio, Conraína Solis.